Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

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14/6/10

La reencarnación en el cristianismo (1/5): Introducción y condicionamientos

Que la encarnación de nuestra dimensión espiritual en el plano humano es, realmente, una cadena de vidas o reencarnaciones, en la que cada vida física concreta es sólo un eslabón de la citada cadena, es un convencimiento sostenido por la mayoría de las escuelas y tradiciones espirituales. Sin embargo, comúnmente se considera que esta no es la posición del cristianismo, aunque existe al respecto una discusión que viene muy de atrás. Con este telón de fondo, José Antonio Mairena, buen amigo del Blog, nos remite el magnífico trabajo titulado La reencarnación a la luz del Evangelio. Desconoce quien es su autor. Sólo recuerda que accedió a él en una parroquía católica hace ya bastantes años. Dada su extensión, dividiremos su publicación en el Blog en cinco entradas, comenzando por la de hoy, lunes 14, y terminando el próximo viernes 18:

+La reencarnación en el cristianismo (1/5): Introducción y condicionamientos (14 de junio)

+La reencarnación en el cristianismo (2/5): Evolución, redención y reencarnación (15 de junio)

+La reencarnación en el cristianismo (3/5): Esenios y Juan el Bautista. Infierno y Purgatorio (16 de junio)

+La reencarnación en el cristianismo (4/5): El Sermón de la Montaña (17 de junio)

+La reencarnación en el cristianismo (5/5): Reino de los Cielos, resurrección de los muertos y noosfera teilherdiana (18 de junio)

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Introducción

El momento histórico que estamos viviendo no permite dilaciones que prolonguen por mucho tiempo esta situación peligrosa en la que le intelecto del hombre se debate asfixiado por dogmas y fanatismos fuera de lugar y de tiempo (sobre todo de tiempo). El mundo está inmerso en una crisis de valores. Las religiones, con su sectarismo separatista están dando un mal ejemplo de unión espiritual. Y nuestra humanidad decadente, más necesitada que nunca del oxigeno crístico, se ahoga anhelante de valores internos.

El rostro de Cristo desfigurado en fracciones necesita que el verdadero amor se manifieste en una comprensión intelectual del diálogo fraterno. Sólo así podrá resplandecer la verdad crística y lograr el milagro que evite esa muerte espiritual de toda la Humanidad.

Estamos enfilando la recta final, que nos puede llevar a una destrucción total e integral del hombre, o a la alegría de una reconciliación en la que todos los hombres se amen como hermanos. Mi optimismo inicial radica en la imposible derrota de Cristo en la Humanidad; por eso creo en la reconciliación universal donde se obrará el milagro más grande de la historia, porque todo quedará transmutado en un cielo nuevo y una tierra nueva donde cualquier niño podrá poner su mano en un nido de víboras sin sufrir ningún daño, porque el Amor, que es energía, obrará la maravilla de transmutar el entorno, llegando hasta los más recónditos umbrales de la naturaleza... Y será entonces cuando habrá culminado la redención de Cristo, y con ello su victoria final.

Verdades como Cielo, Infierno, Pulgatorio y hasta la misma redención de Cristo, no sólo no contradice las creencias religiosas de muchas personas, sino que las reafirma, haciéndolas más comprensibles.

Esta verdad como todas las demás no necesita declararse dogma, ya que las verdades se imponen ellas mismas por el simple hecho de serlo; y no hay verdad oculta que no tenga que ser desvelada.

Los misterios dejan de serlo en la mediad que el hombre va evolucionado en ese camino de ascenso hacia la perfección. La Verdad es Una, y todas las demás verdades están relacionadas con el Absoluto (Dios). Ellas en sí no cambian, pero sí el concepto que tenemos de ellas. Por eso en la medida que vamos evolucionando alcanzamos a ver dimensiones mucho más complejas de esas mismas verdades, enriqueciéndonos con su asimilación.

Quiero exponer brevemente lo que en la doctrina reencarnacionista se en tiende por ley del Karma (palabra sánscrita) o ley de causa-efecto.

El Cosmos en su estructura más íntima (el espíritu) está regido por una dinámica universal. Unas leyes (causa-efecto) que actúan como "relés automáticos" manteniendo el equilibrio que el hombre en su proceder ignorante, distorsiona muchas veces, alterando su propio proceso evolutivo hacia la perfección. Esta es la ley del Karma como la llaman los Hindúes y los Budistas, pero nosotros para mejor comprensión denominaremos de causa y efecto.

El hombre no puede inhibirse de ese cosmos del cual es parte integrante. Por tanto cada acto bueno o malo de nuestra vida tiene una repercusión en los demás, que a su vez repercute en el causante de dicho acto. A esta repercusión es a lo que llamamos efecto producido por dicha causa anterior.

Podemos asegurar, por tanto, que para bien nuestro no queda ningún acto impune. Y que la misericordia de Dios radica precisamente en que esas leyes causa-efecto, aunque a veces no produzcan intensos dolores, están puestas para corregir nuestros desvíos muy pocas veces por la maldad, otras más por egoísmo, y muchas otras por simple ignorancia.

Los condicionamientos y las religiones

Los condicionamientos estriban en una anulación total o parcial del libre albedrío de las personas por la influencia de ciertas creencias o pensamientos más o menos equivocados, o mal interpretados, debido a una mala educación y enseñanza. Esta privación de libertad nos somete inconscientemente a una actitud de dependencia que en nuestro fuero interno no desearíamos. Pero el condicionado no se da cuenta de su condicionamiento, y esta ignorancia es la que más le somete. Ignorancia que algunas personas no pueden tolerar que los demás puedan pensar de ellos, sumando a la ignorancia el orgullo, con los cuales construyen su "torre de marfil" en la que permanecen encerados y aislados del resto de la humanidad, mientras ésta avanza en pos de nuevas metas.

Todos estamos condicionados de una u otra forma, pero los niños son quienes menos están: "Si no os hicieseis como niños no entraréis en le Reino de los Cielos".

Los condicionamientos más difíciles de corregir son los basados en le miedo, el odio y los dogmas. Los adquiridos bajo los auspicios de una buena educación y a lo largo de estudios superiores. Los que nos encumbran, adulan o "favorecen". Los que nos han proporcionado una buena posición en la sociedad. Los adquiridos a través de nuestros seres más queridos, y que nos hacen pensar que personas tan buenas y encumbradas pudieran difícilmente no estar en lo cierto.

Los condicionamientos pueden tener consecuencias nefastas en personas violentas cuando son muy negativos y alían con un fanatismo apasionado. Sin embargo, ciertos condicionamientos y tabúes han podido actuar como mecanismos de defensa en ciertos estadios de evolución incipiente. El conocimiento debe ir parejo con la naturaleza del ser.

La persona libre de perjuicios siempre piensa en la posibilidad de su error, no así el condicionado.

Las religiones están condicionadas, porque de no ser asi no habría más que una sola religión, pues este es el verdadero significado de la Religión: ¡la unión de todos por el Amor! . Por eso, si faltamos al Amor por defender una religión cometemos una de las más grandes contradicciones, puesto que el Amor es lo que debe prevalecer en toda religión.

Cristo dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí (Juan, 14, 6-7)

Camino: donde los demás encuentren nuevos cristos y a veces nos dejen huellas. Dejándose pisar si es preciso y hasta dejarse matar; pero además perdonando. A esto es a lo que se compromete un cristiano de verdad.

"Si Cristo es el camino y yo soy Cristiano, mi religión es la verdadera". No, eso no es ser Cristiano. Si creemos eso es que no hemos comprendido todavía lo que es la Religión, ni qué es lo que Cristo quiere de nosotros.

Cristo es la Verdad. Y la Verdad con mayúsculas todavía no está revelada, porque esto equivaldría a ser libres como lo fue Cristo después de la Resurrección: Conoceréis la Verdad y ésta os hará libres (Juan, 8,32).

La fe, que es inteligencia del corazón, no podría ser nunca fanatismo ciego, sino un grado alcanzado en la evolución espiritual del hombre para ver en otras dimensiones desconocidas todavía por él. La fe no "la da Dios a quien quiere". La fe se alcanza por la práctica de las buenas obras que llevan consigo la adquisición de virtudes como la humildad de corazón, el amor al que piensa distinto, el gusto por lo sencillo, el amor a la justicia, etc.. Cuántas veces hemos criticado el fanatismo de otras religiones sin darnos cuenta del nuestro propio. El fanático no se da cuenta de que lo es, ya que confunde su fanatismo con la fe.

El fanatismo es ciego; la fe es preclara. El fanático no escucha ni dialoga; la fe da luz al diálogo. El fanático mira con cierto resquemor y desconfianza al que no piensa como él; el que tiene fe intuye en el interlocutor su buena voluntad. El fanático vive atenazado por la desconfianza y el temor; la fe da confianza y va e busca de la Libertad.

El conocimiento no viene otorgado por una ciencia o una religión heredadas estrictamente de padres a hijos que debamos acatar ciegamente. El mensaje evangélico es una predisposición en su asimilación profunda para que el hombre adquiera el verdadero conocimiento. Y éste, en su asimilación, predispone al hombre a su realización suprema, conectar con su yo cósmico, su esencia divina. Y este es un proceso muy largo que se pierde en la noche de los tiempos a través de los ciclos, y que ha ido incubándose en un fomento interno hacia la gran mutación del hombre próxima ya a su realización.

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